El
accidente cerebro vascular (ACV) es la segunda causa de muerte en la
Argentina y la primera de discapacidad, y sólo el 10% de los casos
presenta síntomas.

Junto
con las cardiovasculares, esta enfermedad constituye una de las causas
más importantes de discapacidad y muerte prematura en la Argentina y en
todo el mundo.
Según
datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 15 millones de
personas sufren un accidente cerebrovascular (ACV) por año.
De estos, 5 millones mueren y otros 5 millones quedan con una discapacidad permanente y el resto logra recuperarse.
Por
cada ACV sintomático, se estima que hay 9 "infartos silentes" que
impactan en el nivel cognitivo de los pacientes. Según el estudio de
carga de enfermedad realizado por el Ministerio de Salud de la Nación,
la enfermedad cerebrovascular
representó
la segunda causa de años de vida perdidos por muerte prematura (4,8%
del total en hombres y 6% en mujeres), siendo además la segunda causa de
pérdida de años de vida ajustados a discapacidad en hombres y mujeres,
solamente detrás de la enfermedad coronaria.
El problema que subyace a esta enfermedad es la aterosclerosis que progresa a lo largo de los años.
De modo que cuando aparecen los síntomas, generalmente a mediana edad, suele estar en una fase avanzada.
El
ACV es provocado por el taponamiento o la rotura de una arteria del
cerebro; y puede ser de dos tipos: isquémico o también conocido como
infarto cerebral, es el más frecuente (cerca del 80% en los registros de
nuestro país) y se produce cuando se tapa una arteria; o hemorrágico,
provocado por la ruptura de una arteria
dentro del cerebro generando una hemorragia y dañando el sector donde ocurre (representa aproximadamente el 20% de los casos).
Por
eso, el reconocimiento temprano de los signos de un ataque cerebral y
la búsqueda inmediata de atención médica hacen que se pueda reducir
considerablemente las posibilidades de muerte y discapacidad.
Según estudios nacionales e internacionales, solo un 1 de cada 4 pacientes llega a tiempo al hospital.
Hay
varios factores que determinan esta baja proporción de consultas a
tiempo y uno de los más importantes es el no reconocimiento de los
síntomas.
¿CÓMO DETECTAR UN ACV?
La
doctora Adriana Angel, miembro de la FCA, aseguró que "es muy
importante saber reconocer los síntomas para reducir en forma inmediata
el daño cerebral" ya que "cada minuto transcurrido es crucial para
prevenir los daños del ataque sobre la actividad motora del cuerpo, la
palabra, la visión, la actividad psíquica y,
por supuesto, la muerte".
En
ese sentido, Angel comentó que "ante la ocurrencia de los siguientes
síntomas es muy importante recurrir al médico que sabrá diagnosticar qué
tipo de ataque cerebral está en curso".
"Los
síntomas más frecuentes son falta de sensación, debilidad o parálisis
repentinas en la cara, el brazo o la pierna, especialmente en un lado
del cuerpo", remarcó. No obstante, advirtió que "el comienzo brusco de
alguno de los
siguientes signos merece estar alerta":
• Dificultad para caminar, mareo, vértigo, pérdida del equilibrio o falta de coordinación.
• Dolor de cabeza súbito y de máxima intensidad, no habitual.
• Dificultad para hablar.
• Problemas repentinos para ver con uno o los dos ojos.
• Pérdida súbita de la visión de un ojo, o visión borrosa o limitada.
• Dificultad para manejar los brazos o coordinar los movimientos.
• Confusión súbita, general, problemas repentinos para hablar o entender.
Como la enfermedad cardiovascular, la cerebrovascular presenta factores de riesgo controlables y no controlables.
Entre los factores de riesgo controlables se destacan:
•
Hipertensión arterial: es el más frecuente, presente en casi el 80% de
los pacientes que sufren un ataque cerebral en la Argentina.
•Diabetes: en nuestro país, el 22% de los pacientes que presenta un ACV es diabético.
•Alcoholismo:
el consumo excesivo de alcohol tiene una estrecha relación con el
riesgo de sufrir hemorragias cerebrales. También, la cocaína y otras
drogas se asocian a una mayor frecuencia de ataques cerebrales.
•Tabaquismo: aumenta entre un 50 a 70% la posibilidad de sufrir un ACV. Casi el 25% de la población son fumadores.
•
Colesterol elevado: las concentraciones poco saludables de colesterol
en la sangre (altas de colesterol LDL o "colesterol malo" y bajas de
colesterol HDL o "colesterol bueno"), aumentan el riesgo de oclusión de
las arterias que van al cerebro.
•Sedentarismo:
La falta de actividad física puede empeorar otros factores de riesgo,
como las concentraciones poco saludables de colesterol en la sangre, la
presión arterial alta, la diabetes y el sobrepeso o la obesidad.
• Obesidad: su presencia potencia a otros factores. Casi un tercio de los adultos en Argentina son obesos.
"Entre
los factores de riesgo no controlables se encuentran la edad (duplica
el riesgo a partir de los 55 años de edad), el género (los hombres
tienen mayor riesgo con respecto a las mujeres, pero éstas tienen más
impacto si son fumadoras), la herencia (el antecedente familiar de
enfermedad cardiovascular de
aparición
temprana; específicamente si el padre o hermano es diagnosticado antes
de los 55 años, o su madre o hermana es diagnosticada antes de los 65
años), y los antecedentes personales (si ya sufrieron un ACV tienen
mayor riesgo de tener otro)", dijo la especialista.
Asimismo,
la estenosis carotídea y la fibrilación auricular deberían considerarse
como factores de riesgo de ACV, ya que los resultados de ensayos
clínicos han demostrado que el tratamiento de estas condiciones reduce
su incidencia.
PREVENCIÓN
Angel
manifestó que aunque el riesgo de sufrir un ataque cerebral no puede
eliminarse por completo, se puede disminuir la probabilidad de sufrir un
evento mediante la incorporación en nuestras vidas de ciertos
comportamientos o hábitos saludables, tales como:
• Abandonar el tabaco o no empezar a hacerlo, así como evitar el tabaquismo pasivo.
• Adquirir y mantener un plan alimentario saludable.
• Realizar actividad física de manera periódica.
• Tener un peso adecuado, reduciendo -si fueran elevados- los índices de masa corporal (IMC) y el perímetro de cintura.
• Reducir la tensión arterial si fuera superior a lo normal.
• Alcanzar y mantener los valores recomendados de concentración de colesterol total y colesterol LDL en sangre.
• Controlar la glucemia en personas con intolerancia a la glucosa o con diabetes.
• Tomar antiagregantes plaquetarios cuando fuera necesario y solo bajo prescripción médica.
"Aunque
la edad y los antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular
precoz son factores de riesgo, eso no quiere decir que se vaya a tener
un ACV si tiene uno o ambos factores de riesgo. El control de otros
factores de riesgo puede a menudo disminuir la influencia genética y
prevenirlo, incluso en personas de edad avanzada", concluyó.
Fuente: NA en
D. Chaco
D. Chaco
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