La negociación es con gremios de la CTA y la CGT oficial, pero la pagan los gobernadores. El palo a Caló complicó las cosas. Cristina Kirchner quiere que la paritaria docente sea referencia del resto de las negociaciones, complicadas por la inflación y la reciente devaluación.
“Nos interesan los docentes. Si después alguien quiere un conflicto más grande se tendrá que hacer cargo”, es la consigna que se escucha en la Casa Rosada, donde ultiman los detalles para comenzar a discutir con los maestros.
Se trata de una negociación que nació en 2008 y tiene aspectos muy polémicos: la lidera el Gobierno nacional con un puñado de federaciones nacionales, que luego tienen que volver a discutir en cada provincia, porque son los gobernadores los que pagan los sueldos.
Este dilema había comenzado en 2007, cuando Daniel Filmus se despidió fijando un salario mínimo que motivó la renuncia del entonces ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires, Gerardo Otero.
En los últimos dos años Cristina aplicó la sintonía fina en esta negociación y otorgó un aumento por decreto. Sirvió para confirmar que se trata de una paritaria inocua: los sindicatos lo tomaron como un piso de las paritarias provinciales y extendieron el conflicto en cada territorio.
“Lo que nadie recuerda es que no hubo una medida de fuerza nacional que hubiera jerarquizado esa mesa de negociación. Para eso a Cristina le sirve esta paritaria”, explicó a LPO el referente de uno de los sindicatos provinciales más importantes.
Esa inacción enfureció a varios sindicatos provinciales que empezaron a armar Docentes Argentinos Confederados (Dac), una agrupación de gremios provinciales con capacidad de alterar a los gobernadores.
La preside Mirta Petrocini, de la Federación de Educadores Bonaerenses (Feb). Con 80 mil afiliados, la FEB supera en representación a varios gremios que se sientan en la mesa nacional, pero como jamás mostró simpatía con el Gobierno, la Dac no tiene lugar en la mesa nacional porque Carlos Tomada no los inscribe.
Por decisión del ministro de Trabajo, a la paritaria nacional están convocados Confederación de Trabajadores de la Educación de Argentina (Ctera), el sindicato de Docentes privados (Sadop), el de escuelas técnicas (Amet), la Unión de Docentes Argentinos (UDA) y la precaria Confederación de Educadores Argentinos (CEA), que agrupa a pequeñas agrupaciones provinciales.
Sadop y Uda forman parte de la CGT oficial de Antonio Caló. El primero es liderado por Horacio Ghilini, proviene del Movimiento de Trabajadores Argentinos que lideró Moyano en los 90.
La pelea del camionero con el Gobierno lo acercó a Caló y desde ahí siempre tuvo un discurso congraciante con el Gobierno.
Sergio Romero, líder de la UDA, estaba con Luis Barrionuevo pero en 2012 pegó el giro a la Casa Rosada. Su representación es exigua: el sindicato nación en los 50 como la unión de los gremios bonaerenses y porteños que ya no le reportan.
CTERA pisa fuerte en la provincia de Buenos Aires, con Suteba; y tiene presencia fuerte en Capital Federal y Córdoba. Integra la CTA de Hugo Yasky, identificada con Cristina Kirchner.
La titular es Stella Maldonado quien, casualidad o no, semanas atrás pidió una paritaria en tramos y desde el Gobierno comenzaron a deslizar que no era mala idea.
Cristina habló de más
Con su embestida contra Caló, Cristina Kirchner embarró la cancha y hasta podría complicar la paritaria docente, que parecía tener controlada.
“Yo no creo que haya gente que tenga hambre, Antonio”, le dijo la presidenta a Caló.
La respuesta llegó desde los docentes: Romero, que antes de estar con Caló estaba con Barrionuevo, pidió subir un 61% el salario mínimo, anclado en 3416. Conceder ese reclamo explotaría las arcas de la mayoría de las provincias.
Caló también tuvo el apoyo de Yasky, jefe de la CTERA, corazón de la paritaria. La negociación ahora no tiene fecha de inicio pero las reuniones y negociaciones cruzadas se repiten. Y aunque no participan, los más expectantes son los gobernadores, que tienen que pagar los sueldos.
Fuente: La Política on line
“Nos interesan los docentes. Si después alguien quiere un conflicto más grande se tendrá que hacer cargo”, es la consigna que se escucha en la Casa Rosada, donde ultiman los detalles para comenzar a discutir con los maestros.
Se trata de una negociación que nació en 2008 y tiene aspectos muy polémicos: la lidera el Gobierno nacional con un puñado de federaciones nacionales, que luego tienen que volver a discutir en cada provincia, porque son los gobernadores los que pagan los sueldos.
Este dilema había comenzado en 2007, cuando Daniel Filmus se despidió fijando un salario mínimo que motivó la renuncia del entonces ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires, Gerardo Otero.
En los últimos dos años Cristina aplicó la sintonía fina en esta negociación y otorgó un aumento por decreto. Sirvió para confirmar que se trata de una paritaria inocua: los sindicatos lo tomaron como un piso de las paritarias provinciales y extendieron el conflicto en cada territorio.
“Lo que nadie recuerda es que no hubo una medida de fuerza nacional que hubiera jerarquizado esa mesa de negociación. Para eso a Cristina le sirve esta paritaria”, explicó a LPO el referente de uno de los sindicatos provinciales más importantes.
Esa inacción enfureció a varios sindicatos provinciales que empezaron a armar Docentes Argentinos Confederados (Dac), una agrupación de gremios provinciales con capacidad de alterar a los gobernadores.
La preside Mirta Petrocini, de la Federación de Educadores Bonaerenses (Feb). Con 80 mil afiliados, la FEB supera en representación a varios gremios que se sientan en la mesa nacional, pero como jamás mostró simpatía con el Gobierno, la Dac no tiene lugar en la mesa nacional porque Carlos Tomada no los inscribe.
Por decisión del ministro de Trabajo, a la paritaria nacional están convocados Confederación de Trabajadores de la Educación de Argentina (Ctera), el sindicato de Docentes privados (Sadop), el de escuelas técnicas (Amet), la Unión de Docentes Argentinos (UDA) y la precaria Confederación de Educadores Argentinos (CEA), que agrupa a pequeñas agrupaciones provinciales.
Sadop y Uda forman parte de la CGT oficial de Antonio Caló. El primero es liderado por Horacio Ghilini, proviene del Movimiento de Trabajadores Argentinos que lideró Moyano en los 90.
La pelea del camionero con el Gobierno lo acercó a Caló y desde ahí siempre tuvo un discurso congraciante con el Gobierno.
Sergio Romero, líder de la UDA, estaba con Luis Barrionuevo pero en 2012 pegó el giro a la Casa Rosada. Su representación es exigua: el sindicato nación en los 50 como la unión de los gremios bonaerenses y porteños que ya no le reportan.
CTERA pisa fuerte en la provincia de Buenos Aires, con Suteba; y tiene presencia fuerte en Capital Federal y Córdoba. Integra la CTA de Hugo Yasky, identificada con Cristina Kirchner.
La titular es Stella Maldonado quien, casualidad o no, semanas atrás pidió una paritaria en tramos y desde el Gobierno comenzaron a deslizar que no era mala idea.
Cristina habló de más
Con su embestida contra Caló, Cristina Kirchner embarró la cancha y hasta podría complicar la paritaria docente, que parecía tener controlada.
“Yo no creo que haya gente que tenga hambre, Antonio”, le dijo la presidenta a Caló.
La respuesta llegó desde los docentes: Romero, que antes de estar con Caló estaba con Barrionuevo, pidió subir un 61% el salario mínimo, anclado en 3416. Conceder ese reclamo explotaría las arcas de la mayoría de las provincias.
Caló también tuvo el apoyo de Yasky, jefe de la CTERA, corazón de la paritaria. La negociación ahora no tiene fecha de inicio pero las reuniones y negociaciones cruzadas se repiten. Y aunque no participan, los más expectantes son los gobernadores, que tienen que pagar los sueldos.
Fuente: La Política on line
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