En primer lugar, la responsabilidad de los adultos frente a los menores queda alterada tanto por la despreocupación como por el ejercicio de la violencia, física o psicológica. En segundo lugar, la reiteración de episodios violentos en ámbitos de enseñanza evidencia fallas del sistema educativo que deben ser corregidas a partir de las propias metodologías de enseñanza, de una más adecuada capacitación docente y de hacer valer las reglas de convivencia evitando los abusos tanto como la transgresión constante de las normas.
Finalmente, las aulas y patios de colegios y escuelas no pueden convertirse en simples cajas de resonancia de lo que los alumnos y docentes traen de sus casas, familias y relaciones sociales. Se trata de proteger, ni más ni menos, el ámbito educativo como la primera escuela de vida en sociedad, para que quienes llegan allí para aprender y enseñar puedan salir de allí un poco mejor que como entraron.
Varios episodios de violencia en escuelas y colegios muestran un sistema educativo sobrecargado y situaciones sin contención adecuada.
Fuente: Clarim.com. Opinión
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