Diabetes infantil: cómo tratarla en la infancia y adolescencia

La diabetes se ha convertido  en una epidemia incluso en los niños y adolescentes quienes, según  cada etapa evolutiva, requieren de un abordaje diferencial para su  tratamiento.


   La diabetes constituye el trastorno endocrino/metabólico más  frecuente en la infancia y adolescencia, y conlleva importantes  consecuencias físicas y emocionales.
   Aunque se dispone de un tratamiento sustitutivo adecuado,  todavía no se ha logrado evitar la aparición de complicaciones  crónicas, pero si se puede controlar su aparición y retrasarlas  con el control adecuado.
   “De ahí la importancia de que la atención al niño diabético no  sea materia exclusiva de los endocrino pediatras o diabetólogos  sino con una mirada integra guiada por el pediatra de cabeceral”,  explicó Fernando Lamas, médico pediatra Red Niños sanos, niños  felices.
   En el marco de la conmemoración del Día Mundial de la Diabetes,  que es el próximo sábado, Lamas afirmó que “no hay en el momento  actual una definición ampliamente aceptada del “estado  diabético”.”
   En ese sentido, destacó que para la Organización Mundial de la  Salud (OMS) “la diabetes tiene una definición eminentemente  práctica: es una situación de hiperglucemia crónica que puede  resultar de varios factores ambientales y genéticos que actúan  conjuntamente”.
   “La hiperglucemia (es decir glucosa alta en sangre) puede  resultar de una falta de insulina o de un exceso de factores que  contrarrestan su acción, y ello produce anomalías del metabolismo  de carbohidratos, proteínas y lípidos”, añadió.
   Al respecto, el especialista dijo que “los factores genéticos  tienen gran preponderancia si se compara el riesgo de padecer  diabetes entre la población general cuyo valor es de 0,1- 0,2%  frente a 5 a 10% si se tiene un hermano con diabetes (en gemelos  idénticos aumenta hasta un 50%)”.
   “Lo cierto es que se viene registrando un aumento espectacular  lineal del número de casos nuevos por año”, enfatizó el pediatra.
   La forma más común en la infancia y en la adolescencia es la  diabetes tipo 1 autoinmune cuyo comienzo es relativamente agudo,  pero en la actualidad se registra un franco aumento de diabetes  tipo 2 en niños, niñas y adolescentes debido al sobrepeso que  desencadena insulinorresistencia.
   “Es importante prestar atención a los síntomas entre los cuales  el más constante y precoz es la poliuria (orinar frecuentemente) y  que se manifiesta con incontinencia urinaria nocturna en un niño  que previamente controlaba esfínteres. Otros síntomas son: cambio  de la personalidad, adormecimiento o cansancio, menor rendimiento  escolar y en las actividades deportivas, alteraciones de la  visión, dolor de cabeza”, manifestó Lamas.
   En ese contexto, el especialista dijo que “si la enfermedad no  se trata en una fase posterior pueden aparecer síntomas de  gravedad como deshidratación, progresiva depresión del sistema  nervioso central, somnolencia hasta estado de coma, cuando el  paciente presenta cetoacidosis diabética.
   El diagnóstico de diabetes mellitus tipo 1 y 2 tiene profundas  implicaciones para el niño y su familia.
   El tratamiento debe ser intensivo y abarca algunos aspectos  clave: insulinoterapia o antidiabéticos orales, dieta, actividad  física, autocontrol, educación diabetológica y aspectos  psicosociales.
  Esta variedad de aspectos que a su vez están interrelacionados  plantea a cada edad  distintos desafíos para la adherencia y  control del tratamiento indicado:
   - De 0 a 3 años: El niño depende de sus padres para el control  de la enfermedad quienes se encuentran con el reto de que su hijo  es incapaz de entender las inyecciones y/o punciones de los dedos  y se siente “castigado”. A su vez los hermanos se sienten  abandonados por los cuidados hacia el otro. En esta etapa los  aspectos claves del cuidado son:
   1. El primer objetivo es evitar los episodios de hipoglucemia  que pueden ser causantes de déficits cognitivos en el futuro.
   2. Comprender la incapacidad del niño para entender la  necesidad de cooperación, requiriendo un refuerzo emocional de los  padres y tratar de implicar al niño desde etapas precoces, como  por ejemplo en la selección del dedo para la punción.
  3. Los padres deben compartir responsabilidades.
  4. Evitar la sobreprotección y los conflictos con los hermanos  por una atención desigual.
   5. Es importante la aprobación de los padres en esta edad:  evitar decir en el resultado del autoanálisis “bien” o “mal”, y  sustituirlo por alto, bajo o normal.
   - Niños y niñas pre-escolares (de 4 a 7 años): En esta etapa  los padres siguen siendo los principales responsables de la  enfermedad, pero el niño ya acude a la guardería o al colegio, se  separa de los padres y se encuentra con otros niños.
   Es el primer contacto con las consecuencias sociales de la  diabetes: deben explicar a los demás su enfermedad. Es muy  importante que no se sienta culpable de padecerla.
   El niño debe empezar a participar en su autocontrol  (seleccionar bocadillos adecuados, elegir y limpiar las zonas de  inyección, identificar síntomas de hipoglucemia. Es importante  instruir a maestros y cuidadores sobre los cuidados básicos de la  diabetes.
   - Etapa prepuberal (8 a 11 años): A estas edades establece  relaciones de amistad y empieza a plantearse su valoración,  comparando sus capacidades con la de sus amigos.
   Aunque los padres siguen siendo los principales responsables,  el niño debe comenzar a entender los beneficios del buen control  para su futuro. Debe empezar a tomar parte activa en su  tratamiento, como seleccionar dietas suplementarias para los días  de ejercicio, realizar autoanálisis, inyectarse insulina algunas  veces (aunque supervisado por los padres).
   Se debe enfatizar a los padres la importancia de participar en  actividades con los amigos, dejando al niño que asuma  responsabilidades parciales en el control de la dieta.
   “El equipo de salud debe negociar más individualmente con el  niño en relación con los problemas de la diabetes, en lugar de  hablar continuamente con los padres. No conviene ser demasiado  rígidos. Es importante negociar con el niño un compromiso  razonable para fiestas y ocasiones especiales: una tarta o un  helado podrá elevar sus glucemias, pero el valor emocional de  participar con otros niños también es importante. Se le enseñará a  ajustar su tratamiento insulínico con unas pocas unidades extras  de insulina regular para estas ocasiones especiales, lo que debe  ser consensuado en la consulta médica”, dijo el médico.
  - De 12 a 19 años (pubertad y adolescencia): Es la etapa del  desarrollo, especialmente problemática, que establece la  transición desde la infancia a la edad adulta, con cambios  fisiológicos, psicológicos y socio-culturales. Durante la pubertad  hay una resistencia fisiológica a la insulina (en diabéticos y no  diabéticos), por lo que se dificulta el buen control, reflejándose  en unas mayores necesidades de insulina. En estas edades surgen  varios retos:
  - Necesidad de independencia de los padres. Puede actuar como si  no fuera diabético, ignorando la dieta, el autoanálisis, incluso  las inyecciones de insulina y rechaza los consejos, hay cambios  continuos de humor, no quiere pedir ayuda y no es capaz de asumir  las complicaciones futuras de su actual mal control metabólico.
Hay que darles refuerzos positivos, intentando que acepten una  mayor responsabilidad en el cuidado de su diabetes, sin dejar  nunca de prestarles apoyo y supervisión.
  - El paciente establece las bases de su comportamiento, modas y  manías, que puede llevarle a comidas irregulares, exceso de  actividad física y posibles contactos con el alcohol y drogas.
  En las niñas es importante el problema de la “imagen corporal”,  el temor al exceso de peso puede llevarlas a disminuir la dosis de  insulina.


Fuente: NA en D Norte


Fuente:  D. Norte

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Comentarios

  1. Un tema de suma importancia enlo que respecta a los niños, pero sobretodo para que los padres estén atentos y puedan tratarlo cuanto antes. Gracias por la información!

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