SAN BERNARDO- “No dudamos que fue una elección acertada, elegir a esta persona tan especial, misma persona de la que se impuso el nombre a la Escuela de Educación Especial N° 25 de La Tigra, fundada hace dos años, por lo que estamos en plena tarea de confección de actas y esperando la respuesta de las autoridades para planificar el acto formal donde esperamos contar con la presencia de la Hermana, siempre y cuando su salud se lo permita, habida cuenta que tiene que viajar desde Buenos Aires, donde reside actualmente a sus 86 años”, sostuvo la directora.
“Los nombres fueron propuestos por docentes, grupo de padres y comunidad, siendo quienes completaban la lista Juana Pratti (primera directora de la escuela), Antonio Márquez Gutiérrez (farmacéutico desaparecido ya y muy apreciado en la comunidad) y Angelina Altamirano (integrante de la primera comisión de la escuela), siendo cada uno de ellos merecedor del galardón, mas nos ceñimos a la elección democrática que fue propuesta y que dio como resultado a la Hermana Asunción”, dijo Insfrán.
María Asunción Honduvilla, española de nacimiento, religiosa de la Orden de San José, llegó en los 90’ a la localidad de La Tigra, donde tienen una casa hogar las de esa orden, proveniente ella del sur de Brasil y luego de Los Toldos (Buenos Aires), donde dirigía un colegio secundario, atento que es profesora de enseñanza media y a su vez psicopedagoga, tomando el cargo vacante en la Escuela N° 13 por una década y donde se acogió al beneficio de la jubilación.
Durante su paso por la escuela y por la comunidad, dejó innumerables ejemplos de solidaridad, entrega, simpleza y compromiso, con roles que abarcaban lo parroquial, medios de comunicación, palabras de aliento para superar situaciones y circunstancias en virtud de su capacidad académica y espiritual superlativas, tanto es así que fue la impulsora de la Catequesis para niños especiales logrando que ellos accedan a su primera Comunión, lo que en la Grey Católica fue y es muy importante.
Dueña de una inteligencia, memoria, sabiduría y carisma muy especiales, que le posibilitaba familiarizarse casi automáticamente con todas las personas con las que interactuaba, al tiempo que ella se sentía hasta un poco dueña de todo y de todos, caminando y saludando con la misma naturalidad con la que expresaba una oración y subía y bajaba de distintos vehículos en los que viajaba “a dedo” diariamente desde y hacia La Tigra, o compartía una mesa sin mirar a nadie por su condición social o económica, sino que sus ojos siempre brillaron y brillan seguramente al encontrarse con cada persona con la que se comunica. “Un orgullo tener el nombre de la Hermana en la escuela”, coinciden los integrantes de la misma.
Fuente: D. Norte
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