Leishmaniasis, lo que hay que saber

Desde 1980 se producen en el país un promedio de 426 casos por año de leishmaniasis tegumentaria (o cutánea) americana, pero los casos que cobran más vidas en el mundo son los de leishmaniasis visceral o “Kala Azar”, una enfermedad infecciosa causada por un parásito denominado “leishmania” que afecta, según la ONU, a unos 12 millones de personas en 88 países. Como en el caso del dengue, los vectores también son mosquitos, de los que en América se conoce una variedad del género phlebotomo: “Lutzomyia”, un jejene o mosca de arena que pica a un animal infectado y después a un humano. Hasta ahora no existe una vacuna eficaz, pero el tratamiento precoz permite una curación total.


Su fuente de infección son los animales, afectando a roedores, perros y diversos mamíferos salvajes. En muchas regiones del continente africano la enfermedad es endémica en perros y carnívoros salvajes. Los hombres pueden contagiarse de la enfermedad si reciben picaduras de una mosca de la arena que haya picado anteriormente a un mamífero infectado. La enfermedad también puede transmitirse de madres a hijos y a través de transfusiones de sangre o agujas infectadas.

Existen distintas formas de la enfermedad, siendo la leishmaniasis cutánea la variante más frecuente. Sus síntomas son úlceras en la piel de la cara, los brazos y las piernas, que pueden dejar cicatrices permanentes. La leishmaniasis visceral es la forma más grave de la enfermedad, siendo mortal casi en la totalidad de los casos si el enfermo no recibe el tratamiento adecuado. Los síntomas de esta variante incluyen accesos de fiebre, pigmentación de la piel, pérdida de peso y alteración de los componentes sanguíneos.



Ningún fármaco ni vacuna se ha mostrado eficaz en la prevención de la enfermedad, por lo que es necesario utilizar otras medidas preventivas. Es importante evitar estar al aire libre en las horas de máxima actividad de la mosca de la arena, es decir, entre el anochecer y el amanecer. Si se sale al exterior en estas horas, habrá que intentar cubrir la mayor parte del cuerpo con ropa. En las zonas descubiertas se deben aplicar repelentes con N,N- dietilmetiltoluamida. También es recomendable el aislamiento de la cama con mosquiteros tupidos impregnados de permetrina.

El tratamiento de esta enfermedad debe realizarse bajo control médico. Se utilizan los antimoniales pentavalentes, como el estibogluconato sódico o el antimoniato de meglumina, administrándose por vía intravenosa o intramuscular en dosis única diaria. Están contraindicados en personas que padezcan una insuficiencia renal, hepática o cardiaca ni en aquellas afectadas por una tuberculosis. Otros medicamentos utilizados son la anfotericina B, la pentamidina y el ketoconazol.

Fuente: dmedicina.com ( en Diario Chaco)


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