Informe especial: el complicado paso del colegio secundario a la Universidad

La dirección de Educación bonaerense firmó días atrás un convenio con las 19 universidades con asiento en la Provincia a fin de fijar contenidos comunes para el último tramo del nivel medio de la enseñanza y el primero de del nivel superior. El objetivo es facilitar el tránsito entre el secundario y las casas de altos estudios que, de un tiempo a esta parte, se transformó en un auténtico salto al vacío para miles de jóvenes. En ese contexto, alumnos que en 2010 empezaron su camino universitario opinaron sobre cuán grande es ese salto, con qué cambios se encontraron y qué déficit comprobaron que arrastraban desde el colegio.

Todos coinciden en que el pasaje es muy brusco, y, con matices, en que las mayores diferencias radican en el nivel de exigencia, el volumen de lectura, los tiempos para preparar exámenes -que se achican de golpe-, y, cuando la carrera lo exige, destacan la pésima preparación con que arriban a la Universidad en asignaturas como Matemática y Física.

Cursar 1° año y pasar a 2° no es una proeza. Pero se requiere, según los estudiantes, mucha perseverancia. Los números hablan: cada año, al terminar los cursos de ingreso, la UNLP ya registra una deserción del 15%.


EL PASO DEL SECUNDARIO A LA UNIVERSIDAD

Una mudanza plagada de obstáculos
Volumen de lectura y nivel de exigencia son algunas de las dificultades del salto. Historias en primera persona


La dirección de Educación bonaerense firmó días atrás un convenio con las 19 universidades con asiento en la Provincia a fin de fijar contenidos comunes para el último tramo del nivel medio de la enseñanza y el primero de del nivel superior. El objetivo es facilitar el tránsito entre el secundario y las casas de altos estudios que, de un tiempo a esta parte, se transformó en un auténtico salto al vacío para miles de jóvenes. En ese contexto, alumnos que en 2010 empezaron su camino universitario opinaron sobre cuán grande es ese salto, con qué cambios se encontraron y qué déficit comprobaron que arrastraban desde el colegio.

Todos coinciden en que el pasaje es muy brusco, y, con matices, en que las mayores diferencias radican en el nivel de exigencia, el volumen de lectura, los tiempos para preparar exámenes -que se achican de golpe-, y, cuando la carrera lo exige, destacan la pésima preparación con que arriban a la Universidad en asignaturas como Matemática y Física.

Cursar 1° año y pasar a 2° no es una proeza. Pero se requiere, según los estudiantes, mucha perseverancia. Los números hablan: cada año, al terminar los cursos de ingreso, la UNLP ya registra una deserción del 15%.

LA LECTURA

Natasha Siminkowich cursó el secundario en la Media N° 1 de Berisso, y este año se inscribió en la licenciatura en Turismo que se dicta en Ciencias Económicas. No anda con vueltas. "El cambio fue muy fuerte. Hay que leer muchísimo, y la exigencia es muy diferente", señala, para recordar que "en la escuela se leía poco y había más tiempo para estudiar".

La joven berissense realizó el curso introductorio -no obligatorio- de febrero "sobre todo para ver Matemática, que me costaba". Le sirvió, pues en el primer cuatrimestre aprobó Matemática I, pero no superó Geografía, por lo que no pudo cursar las asignaturas de la segunda mitad del año.

"Si no aprobás las 3 del primer cuatrimestre no pasás al segundo", explica, mientras ya piensa en el 2011. Consultada sobre qué cambios habría que hacer en el secundario, contesta en forma tajante: "muchos; el colegio lo hacen cada vez más fácil, te perdonan notas, en la facultad te califican como corresponde y a otra cosa".

Tras egresar del San Vicente de Paul, Maximiliano Minella quería estudiar Ciencias Políticas, pero como "acá no existe, me anoté en Administración", otra carrera de Ciencias Económicas. Al igual que Natasha desaprobó una de las 3 materias del primer cuatrimestre y deberá insistir el año entrante.

"El cambio es muy brusco -subraya-. El nivel del secundario es muy distinto. Por ejemplo, tuve que pasar de estudiar 30 hojas a 3.000. El déficit en lectura es enorme", remarca.

Dice que "hubo bastante deserción", aunque él rescata "el acompañamiento que tenés. El centro de estudiantes organiza clases de apoyo y, precisamente, te aconsejan que en el verano leas mucho, aunque no sea material de estudio, para hacerte al hábito. Eso es fundamental", insiste, y señala que también "hay una gran diferencia en la forma de evaluar.

CON EL ULTIMO AÑO NO ALCANZA

"Venía de un colegio de base humanística, el Eucarístico, y Matemática me costó", dice Alvaro Galli, estudiante de Veterinaria. Asegura que encontró "enormes diferencias en cuanto a la exigencia; mucha más lectura, muchos más trabajos. En la escuela te daban trabajitos que resolvías con una fotocopia, y de pronto te encontrás con que para aprobar un parcialito tenés que estudiar un libro entero".

Alvaro está convencido de que la preparación para la vida universitaria es clave y que debe empezar en los primeros años del secundario. "Yo tuve unos talleres de orientación vocacional sobre el final del colegio, pero muy superficiales. Apuntan a que te ubiques más o menos en lo que te gusta, pero no te preparan para lo que te vas a encontrar en una facultad". ¿Cómo se afronta el cambio? "Con mucha voluntad y perseverancia. No hay que bajar los brazos".

Para Nicolás Fernández, que estudia licenciatura en Biotecnología en Exactas, "el mayor cambio no está en los contenidos, que a la larga se nivelan, sino en el grado de exigencia". Tras hacer el colegio en el Estrada de City Bell, donde dice haber recibido una buena formación, cuenta que "ya no preparás un examen en dos días; esta semana tuve que dar un parcial y hace un mes que no veo a mis amigos. Pero es así, si no, no aprobás", enfatiza.

Remarca que "tenés que ponerte todos lo días un poco, porque en cada clase se dan temas nuevos que están entrelazados, y si no seguís el hilo, perdiste". Además señala que "pasás de clases de 40 minutos a clases de tres horas, y no podés perder la concentración".

SIN FRONTERAS

Andrea Palacio se graduó como tecnóloga textil en su Medellín natal. Ahora estudia Farmacia en la UNLP y afirma que "la triste realidad es que el desfasaje entre el secundario y la universidad se da en todos los países. En Colombia, las bases de Matemática y Química son pésimas".

Rescata que "aquí hay clases de apoyo, que allá no existen. Y ayudan mucho". ¿Cómo se cubre el bache? "Sentándose horas y horas a estudiar, aprovechando las clases de consulta y poniendo mucho de ti".

Fuente: El Día

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