OCHO MESES ENCERRADOS EN CASA
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| El no poder ir a la escuela, a clubes o a lugares de esparcimiento son factores que generan problemas entre la población infantil. |
Si bien no los afecta en la salud, el aislamiento genera serias complicaciones en su desarrollo a nivel social y conductual.
Sin dudas que las restricciones impuestas por la pandemia nos afectaron de muchas formas. El aislamiento, las limitaciones de circulación y la imposibilidad de viajar son factores que traen problemas a diversos sectores de la sociedad. Pero hay un grupo que ha padecido casi en silencio todas estas situaciones a lo largo de este tiempo, que son los niños y niñas.
En 8 meses de su corta vida han pasado por el aislamiento físico de familiares, han dejado de visitar amigos, de jugar con sus compañeros del colegio, a lo que también se suman dificultades económicas que atraviesan las familias, que por supuesto tienen consecuencias que recaen sobre ellos.
Para conocer más sobre el impacto de la pandemia en el desarrollo infantil, NORTE habló con la licenciada en psicología Andrea Marín (M.P. 814, Chaco), especialista en psicoterapia cognitiva conductual y con amplia experiencia en el abordaje individual y familiar, quien brindó sugerencias para el acompañamiento de los adultos en esta etapa difícil para los más chicos. “Si bien no los afecta directamente en su estado de salud, la pandemia genera consecuencias para ellos en múltiples factores. Uno de ellos es el aprendizaje”, remarcó la profesional.
DENTRO EL HOGAR
La especialista explicó que el primer factor a tener en cuenta es la tensión que genera dentro del hogar el hecho del aislamiento, que trae problemas económicos en las familias. “Hay investigaciones que demuestran que cuando la tensión intrafamiliar aumenta, también aumenta paralelamente la susceptibilidad de sufrir violencia o abusos intrafamiliares”, afirmó la profesional, señalando además que se demostró que durante el aislamiento aumentaron los casos de violencia intrafamiliar pero no así la cantidad de denuncias. “Estos casos son menos visibles ahora”, agregó.
Además, Marín indicó que la escuela “es un lugar donde se detectan estas cuestiones de violencia o abuso intrafamiliar. Generalmente los docentes detectan cuándo los niños están atravesando algún tipo de violencia o abuso que genera un problema en su desarrollo relacionado con la vida familiar”.
Por lo general, dice Marín, son las educadoras las que notan cuando un niño no está en sus condiciones ambientales normales. “Notan que el niño no está desarrollándose a la par de sus compañeros, o que se lo ve más introvertido o no responde en clase o algún otro cambio de conducta en el niño. Todo eso se detecta en las escuelas”, aseguró.
El acompañamiento tiene que ser de todos
La profesional sostiene que los adultos debemos tener en cuenta que ellos, los niños, perdieron su rutina, factor fundamental para su desarrollo porque las rutinas “les ayudan a formar hábitos, y estos hábitos son los que les permiten ir incorporando nuevas capacidades y habilidades e ir adaptándose a nuevas situaciones, algo que también forma parte del crecimiento”.
Es tarea de todo el entorno social generar las condiciones que permitan a los niños adaptarse a nuevos cambios que puedan surgir cuando la pandemia termine.
Si bien hoy no se les permite el juego y el contacto con sus amigos, Marín aseguró que la realidad es que los niños tienen una gran capacidad de adaptación, “pero tanto la sociedad como todo el entorno deben favorecer a este proceso de los chicos para que se puedan volver a adaptar a las nuevas condiciones”, afirmó.
“Durante todo este tiempo, supieron adaptarse a las clases virtuales, a hacer las tareas en la casa con algún adulto, algunos más otros menos pero se adaptaron. Pero no hay que subestimar este proceso, y el entorno, ya sea educativo o familiar, tienen que generar todo el apoyo posible para que el nene se adapte nuevamente al cambio que pueda surgir cuando la pandemia se termine”.
Fuente: D. Norte
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