El teléfono inteligente ya no lo es tanto. Hay que estar pendiente de su seguridad y hasta de cómo se lo carga.
Los teléfonos modernos deberían dejar de llamarse
inteligentes por la cantidad de cuidados que hay que tener para que no
sean intervenidos. Redes WiFi, una conexión Bluetooth abierta y ahora
cargarlos en un puerto USB público pueden significar el robo de datos
valiosos en la medida que vamos dejando nuestra vida archivada en el
mágico aparato que lejos de facilitarnos la vida nos tiene pendientes de
un sinfín de reparos.
Los aeropuertos y terminales de ómnibus o
trenes son los sitios preferidos para el robo de datos por USB. La
gentileza de facilitarle la vida al pasajero puede terminar en un
desastre.
En la actualidad numerosos locales comerciales y de
esparcimiento ofrecen enchufes USB para cargar los celulares para evitar
llevar con nosotros los incómodos cargadores. Basta con el cable.
En la comunicación USB es muy usual que la
gente no preste atención a la notificación que alerta a los usuarios de
que su dispositivo puede transferir datos a cualquier otro que esté
conectado a través de USB, lo que significa que un 'puerto de carga'
podría descargar archivos multimedia desde el dispositivo conectado.
La comodidad tiene un riesgo, ya que el USB del
teléfono sirve tanto para darle carga como para transferir datos y ya se
tienen noticias de numerosos casos de hackers que introducen debajo de
la tapa del enchufe un dispositivo de almacenamiento como un microsim
que se conecta a la parte de transferencia de datos del teléfono.
El dispositivo reemplaza al enchufe y cuando se
conecta un teléfono en realidad se está ligando el aparato con un pen
drive que se alimenta de la misma línea y captura todo lo que haya en el
teléfono para su análisis posterior, imágenes, libreta de contacto,
contraseñas almacenadas etcétera. Todo depende de cómo haya sido
programado el pen drive oculto.
En Internet abundan los tutoriales para construir sistemas caseros de robos de datos a través de los enchufes cargadores.
El alerta es global, ya que el ataque se puede dar en
cualquier lugar del mundo. “Es un ataque que ahora está de moda, pero
fue detectado meses atrás. Al momento de conectar el teléfono no vas a
percibir nada excepcional. Pero detrás de la tapa de carga hay una
pequeña computadora que al detectar una nueva conexión, es capaz de
saber el modelo del móvil, el sistema operativo que tiene y saber qué
vulnerabilidades puede aprovechar para infectarlo en pocos minutos”,
advirtieron desde la empresa de seguridad Kaspersky Lab. La modalidad se
aprovecha de la inexplicable obsesión por tener la batería cargada al
máximo. Y se da principalmente en lugares que cuentan con poca
vigilancia y monitorización de sus instalaciones.
Los zócalos de pared con cargadores USB
son cada vez más comunes en bares y restaurantes. Muchos locales ofrecen
el cable para conectar el teléfono.
Robo de SIM
Otro de los peligros que acecha a la carga del
celular en espacios públicos es el hackeo de la tarjeta SIM del teléfono
móvil. Es decir, el robo del número para asociarlo con otra tarjeta.
“La piratería SIM se está convirtiendo en una forma habitual para el
robo de identidad, ya que es posible encontrar contactos telefónicos,
mensajes de texto e incluso acceso a datos bancarios. Todo lo que se
necesita es conectarse al teléfono a través de la depuración USB. Esta
opción permite una comunicación avanzada entre dispositivos. De esta
manera, puede instalar aplicaciones, leer información del sistema,
habilitar permisos de root y compartir información entre un teléfono y
una computadora”, indicaron desde Emailage, compañía de soluciones
predictivas de fraude en línea.
La forma de darse cuenta de que algo no anda bien es
si de pronto, el aparato comienza a perder conexión, se reinicia sin
motivo y la pantalla parpadea en forma extraña. Esta técnica de hackeo
no discrimina por sistema operativo, ya que es capaz de afectar a
teléfonos de la línea Android como a los últimos modelos de iPhone.
Aunque los primeros, dependiendo de la marca, son más simples de
vulnerar ya que no ofrecen tantas capas de protección.
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