Esa dulce pesadilla de estar enamorado

Hoy es, posiblemente, el día del calendario con más denominaciones, conocido en el mundo entero como día de los enamorados y de la amistad.


Festejo importado, poco importa lo arbitrario si sirve para festejar el amor. Salida de bares, películas románticas, cenas íntimas, el mejor helado para comer en la cama o lugarcitos secretos. Estas son nuestras recomendaciones para hoy.

Hay algo raro en festejar estas fechas que hace unos años ni existían dentro de la agenda de celebraciones: uno puede sentirse un poco ajeno armando un plan para una fiesta tan típica de las películas norteamericanas.

Pero en lugar de enojarse y protestar por estas importaciones culturales, aprovechá la excusa y armá una buena salida romántica.

Estamos en pleno verano y el día puede servir para volver a encender la llama en la pareja, invitar a esa persona que deseás hace tiempo o llamar a quien conociste en tus vacaciones.

Al fin y al cabo, sea cual sea su origen, el amor es el sentimiento de los sentimientos. Tan usada y vilipendiada, exagerada, malgastada o devaluada, la palabra amor sigue sin embargo guardando en su interior la expresión de un sentimiento relacionado con sentimientos muy profundos que nos unen a un otro.

Pero cuidado, estar enamorado no es amar. Amar es un sentimiento. Estar enamorado es una pasión, y como en todas las pasiones, se desencadenan emociones desenfrenadas, fuertes, absorbentes, intensas y fugaces.
El amor, el auténtico, desde siempre se arropó de verdadero sentido e inspiró no solo pasiones personales sino causas sociales: avivó la pasión de luchas revolucionarias y encendió los corazones de quienes se lanzaban a la muerte en nombre de sus creencias.

Regalar, comprar, consumir

El 14 de febrero se ha convertido en uno de los momentos de obligado consumo del año. Un consumo irracional e insostenible que está produciendo, además de un grave deterioro ambiental, una alarmante mercantilización de las relaciones y de los sentimientos.

Cada vez hay más voces que denuncian la pérdida de valores que está experimentando nuestra sociedad. Mientras esto ocurre las empresas se esfuerzan por reconducir esta preocupación social hacia el consumo, y la estrategia para realizarlo les está funcionando a la perfección.

Estos días estamos abrumados por campañas publicitarias que nos “enseñan” cómo hay que transmitir todos los valores relacionados con el amor, con el fin de instaurar socialmente cómo expresar nuestros sentimientos.

Así que proponen alternativas de todo tipo, para los que se quieren gastar mucho, para los que les gustan los regalos alternativos, pero todo con un denominador común: algo hay que comprar. Y que algo haya que comprar significa que el indicador del amor entre las parejas se mide más con el tipo de regalo que se da o recibe que con las palabras, las caricias, los besos, los abrazos o las relaciones sexuales.

En una sociedad en la que la rapidez se percibe como uno de los máximos valores, y donde la lentitud no tiene cabida, la compra de un objeto es la alternativa perfecta para expresar los sentimientos.

Fuente: D. Norte

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