HACIA UNA DEMOCRACIA SINDICAL

Cuenta una vieja historia que un militante sindical anarquista de principios del siglo XX, a quien unas monjas tuvieron que alimentar porque se había desmayado de hambre, le encontraron mucho dinero en sus bolsillos, le preguntaron por que no lo usó para comer. El hombre contó que tuvo que resolver un problema familiar muy urgente que lo llevó fuera de la ciudad, en eso pasó el tiempo y gastó todo su dinero. “Pero éste no podía tocarlo, es del sindicato” concluyó.

Comentarios