El caso de Pergamino ha puesto en primer plano una compleja problemática en los colegios. Una encuesta revela que más del 70 por ciento de los docentes siente miedo dentro de la escuela. Los especialistas hablan de la ruptura de una alianza entre padres y maestros
La cara golpeada de Ricardo Fusco, el director de la escuela de Pergamino que fue agredido por un alumno y su mamá, tal vez sea la imagen más grotesca y extrema de un fenómeno que palpita a diario en las aulas argentinas: el de la violencia contra maestros, profesores o directores. Esta semana, el mismo día que se cumplía con alto nivel de adhesión el paro docente en la provincia de Buenos Aires por este tema, se conocieron otras dos denuncias similares: una por parte de la directora de una escuela en Tres Arroyos y otra de una maestra de primer grado en Villa Luzuriaga. Fueron tres casos en apenas 48 horas. Tres ejemplos de una realidad que, admiten desde el propio ámbito educativo, ya no sorprende sino que forma parte de lo cotidiano.
Está claro que la vieja alianza entre padres y docentes para educar a los chicos ha dejado lugar a otra que parecía impensada: la de padres y chicos contra los maestros
La afirmación no es exagerada: según los gremios docentes, sólo en la provincia de Buenos Aires tres maestros son agredidos por día. Es una enormidad, pero parece lógico si se tiene en cuenta que Argentina lidera el ranking de violencia escolar en toda América Latina (Ver Primeros...). "Lo que ocurrió esta semana a nosotros no nos sorprende -apunta Sergio Romero, secretario de la Unión de Docentes Argentinos (UDA)-. En nuestro gremio recibimos una denuncia todos los días, y sabemos que hay más, muchas más que nunca trascienden. Es hora de que las autoridades tomen cartas en el asunto, porque figuramos en los primeros lugares de violencia escolar en el continente y los maestros y profesores van a trabajar con miedo".
En la UDA, un gremio que presentó en la Cámara de Diputados de la Nación un proyecto de ley para intentar resolver el problema, aseguran que la situación es tan alarmante que decidieron encarar una encuesta entre sus trabajadores para medir la magnitud del problema. "Los resultados de ese trabajo -sostiene Romero, con las conclusiones estadísticas sobre la mesa-, nos terminaron de confirmar algo que se podía sospechar con sólo conocer un poco la situación: los docentes se sienten indefensos adentro de la escuela".
ENCUESTA QUE ALARMA
Lo que dice el gremialista se comprueba en el estudio de la UDA, una encuesta realizada en junio pasado entre 2 mil docentes de las provincias de Buenos Aires, Catamarca, Chaco, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Misiones, Salta, San Juan, San Luis, Santa Fe, Santiago del Estero, Tierra del Fuego y Ciudad Autónoma de Buenos Aires. A todos ellos se les preguntó si sentían temor por su integridad física dentro del ámbito escolar, y sólo el 28% dijo que no. El 72% restante se dividió entre los que sienten temor siempre (el 36%) y los que lo sienten sólo a veces (36%).
El trabajo también indagó sobre cómo se sienten los docentes en el marco institucional, y apenas el 10% dijo sentirse protegido. El 42% dijo estar "algo protegido" y un 48% respondió sentirse directamente "desprotegido". Tal vez por esas respuestas no llame la atención que el 80% de los consultados haya dicho que, para prevenir estos hechos violentos, es necesario una nueva legislación en el tema.
DELITOS
Para Emilio González, director del Normal Nº2 de La Plata, "no puede hablarse de travesuras o simples indisciplinas cuando el alumno insulta, agrede, roba o rompe bienes del Estado. En esos casos debe hablarse de delitos y no importa quien los cometa, porque si lo hace un menor de edad y por ello un inimputable deben responder sus padres o responsables, debiendo darse cuenta a un juez. Esta judicialización es la que pareciera que no quiere instaurarse desde ciertos niveles en educación. No cabe duda que también le corresponde al Estado garantizar un ambiente de trabajo digno. Una escuela tiene sus normas y los alumnos y padres tienen sus obligaciones. Los funcionarios públicos, en tanto, tienen deberes insoslayables, entre ellos no mirar para otro lado".
En el trabajo encarado por la UDA también se reveló que apenas el 2% de los docentes no se siente preocupado por el tema. Según la encuesta, el 70% reconoció estar preocupado y un 18%, "algo preocupado". Otro de los aspectos que indagó el estudio estuvo referido a saber con datos concretos en qué medida los docentes piden licencia por alguna situación que le haya causado estrés o algún tipo de deterioro físico y/o psicológico. La respuesta en ese sentido tampoco deja de asombrar: el 58% admitió haber pedido licencia por la violencia que sufre en las aulas.
Según el psicólogo Gabriel Abriso, experto en violencia escolar, la agresión en la escuela, ya sea a un profesor o entre los propios alumnos, suele estar motivada por una "pérdida de sentido de la autoridad. En estos casos vemos que la pérdida de respeto es hacia la figura del profesor o directivo, que también se da en casa hacia la de los padres". De acuerdo al especialista, más allá de las medidas que se tomen en el ámbito educativo, "deben ser los padres o los responsables de los chicos en el hogar quienes se ocupen de fijar principios éticos básicos basados en valores como el respeto y la solidaridad y dar ejemplo con su conducta".
El experto también hace hincapié en un panorama que ha ido cambiando con el paso del tiempo. "Años atrás -explica-, la violencia escolar solía estar asociada a la ejercida por los maestros hacia los estudiantes o a la de los alumnos entre sí. Pero en los últimos años se ha instalado el fenómeno de la violencia contra los profesores, una realidad que incluso se pone de manifiesto en varios videos que los propios chicos suben a internet. La violencia entre los alumnos sigue presente, pero ahora se sumó con fuerza la que se ejerce contra los maestros. Está claro que la vieja alianza entre padres y docentes para educar a los chicos, algo común décadas atrás, ha dejado lugar a otra que parecía impensada: la de padres y chicos contra los maestros".
Fuente: El Día
La cara golpeada de Ricardo Fusco, el director de la escuela de Pergamino que fue agredido por un alumno y su mamá, tal vez sea la imagen más grotesca y extrema de un fenómeno que palpita a diario en las aulas argentinas: el de la violencia contra maestros, profesores o directores. Esta semana, el mismo día que se cumplía con alto nivel de adhesión el paro docente en la provincia de Buenos Aires por este tema, se conocieron otras dos denuncias similares: una por parte de la directora de una escuela en Tres Arroyos y otra de una maestra de primer grado en Villa Luzuriaga. Fueron tres casos en apenas 48 horas. Tres ejemplos de una realidad que, admiten desde el propio ámbito educativo, ya no sorprende sino que forma parte de lo cotidiano.
Está claro que la vieja alianza entre padres y docentes para educar a los chicos ha dejado lugar a otra que parecía impensada: la de padres y chicos contra los maestros
La afirmación no es exagerada: según los gremios docentes, sólo en la provincia de Buenos Aires tres maestros son agredidos por día. Es una enormidad, pero parece lógico si se tiene en cuenta que Argentina lidera el ranking de violencia escolar en toda América Latina (Ver Primeros...). "Lo que ocurrió esta semana a nosotros no nos sorprende -apunta Sergio Romero, secretario de la Unión de Docentes Argentinos (UDA)-. En nuestro gremio recibimos una denuncia todos los días, y sabemos que hay más, muchas más que nunca trascienden. Es hora de que las autoridades tomen cartas en el asunto, porque figuramos en los primeros lugares de violencia escolar en el continente y los maestros y profesores van a trabajar con miedo".
En la UDA, un gremio que presentó en la Cámara de Diputados de la Nación un proyecto de ley para intentar resolver el problema, aseguran que la situación es tan alarmante que decidieron encarar una encuesta entre sus trabajadores para medir la magnitud del problema. "Los resultados de ese trabajo -sostiene Romero, con las conclusiones estadísticas sobre la mesa-, nos terminaron de confirmar algo que se podía sospechar con sólo conocer un poco la situación: los docentes se sienten indefensos adentro de la escuela".
ENCUESTA QUE ALARMA
Lo que dice el gremialista se comprueba en el estudio de la UDA, una encuesta realizada en junio pasado entre 2 mil docentes de las provincias de Buenos Aires, Catamarca, Chaco, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Misiones, Salta, San Juan, San Luis, Santa Fe, Santiago del Estero, Tierra del Fuego y Ciudad Autónoma de Buenos Aires. A todos ellos se les preguntó si sentían temor por su integridad física dentro del ámbito escolar, y sólo el 28% dijo que no. El 72% restante se dividió entre los que sienten temor siempre (el 36%) y los que lo sienten sólo a veces (36%).
El trabajo también indagó sobre cómo se sienten los docentes en el marco institucional, y apenas el 10% dijo sentirse protegido. El 42% dijo estar "algo protegido" y un 48% respondió sentirse directamente "desprotegido". Tal vez por esas respuestas no llame la atención que el 80% de los consultados haya dicho que, para prevenir estos hechos violentos, es necesario una nueva legislación en el tema.
DELITOS
Para Emilio González, director del Normal Nº2 de La Plata, "no puede hablarse de travesuras o simples indisciplinas cuando el alumno insulta, agrede, roba o rompe bienes del Estado. En esos casos debe hablarse de delitos y no importa quien los cometa, porque si lo hace un menor de edad y por ello un inimputable deben responder sus padres o responsables, debiendo darse cuenta a un juez. Esta judicialización es la que pareciera que no quiere instaurarse desde ciertos niveles en educación. No cabe duda que también le corresponde al Estado garantizar un ambiente de trabajo digno. Una escuela tiene sus normas y los alumnos y padres tienen sus obligaciones. Los funcionarios públicos, en tanto, tienen deberes insoslayables, entre ellos no mirar para otro lado".
En el trabajo encarado por la UDA también se reveló que apenas el 2% de los docentes no se siente preocupado por el tema. Según la encuesta, el 70% reconoció estar preocupado y un 18%, "algo preocupado". Otro de los aspectos que indagó el estudio estuvo referido a saber con datos concretos en qué medida los docentes piden licencia por alguna situación que le haya causado estrés o algún tipo de deterioro físico y/o psicológico. La respuesta en ese sentido tampoco deja de asombrar: el 58% admitió haber pedido licencia por la violencia que sufre en las aulas.
Según el psicólogo Gabriel Abriso, experto en violencia escolar, la agresión en la escuela, ya sea a un profesor o entre los propios alumnos, suele estar motivada por una "pérdida de sentido de la autoridad. En estos casos vemos que la pérdida de respeto es hacia la figura del profesor o directivo, que también se da en casa hacia la de los padres". De acuerdo al especialista, más allá de las medidas que se tomen en el ámbito educativo, "deben ser los padres o los responsables de los chicos en el hogar quienes se ocupen de fijar principios éticos básicos basados en valores como el respeto y la solidaridad y dar ejemplo con su conducta".
El experto también hace hincapié en un panorama que ha ido cambiando con el paso del tiempo. "Años atrás -explica-, la violencia escolar solía estar asociada a la ejercida por los maestros hacia los estudiantes o a la de los alumnos entre sí. Pero en los últimos años se ha instalado el fenómeno de la violencia contra los profesores, una realidad que incluso se pone de manifiesto en varios videos que los propios chicos suben a internet. La violencia entre los alumnos sigue presente, pero ahora se sumó con fuerza la que se ejerce contra los maestros. Está claro que la vieja alianza entre padres y docentes para educar a los chicos, algo común décadas atrás, ha dejado lugar a otra que parecía impensada: la de padres y chicos contra los maestros".
Fuente: El Día
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