Los chicos crecen con el debate

Claudia Araujo


El viernes 12 fue el Día Internacional de la Juventud. La fecha fue instaurada en 1999 por la Asamblea General de Naciones Unidas. Y un dato tal vez poco recordado es que el período comprendido del 12 de agosto de 2010 al 11 de agosto de 2011 se denominó Año Internacional de la Juventud. Para entender el porqué de semejantes decisiones, basta con leer detenidamente dos de sus lemas para dilucidar el planteo: “Diálogo y comprensión mutua” y “Nuestro año, nuestra voz”.




En la última década, referentes gubernamentales y de instituciones del mundo empezaron a dar señales más claras de interesarse genuinamente por saber lo que piensan los jóvenes. Comenzaron a abrir puertas y vías de diálogo para escuchar sus opiniones, reflexiones y propuestas ante crisis actuales y en busca de soluciones ante un desarrollo global y sustentable que aún no llega para todos.

En Latinoamérica se dieron varias expresiones que siguieron esa dirección y una de las más cercanas fue el Parlamento Juvenil del Mercosur que se pronunció en octubre de 2010, en Montevideo. A ese encuentro asistieron chicos de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Paraguay y el país anfitrión, Uruguay. Pero también hubo representantes de colegios secundarios de cada provincia, incluido el Chaco.

A partir de este año y por iniciativa de la cartera educativa nacional, el espacio permanente dedicado a los adolescentes tuvo más tiempo de organización y convocatoria. Hace tres meses, durante una reunión de chicos de la provincia de Buenos Aires, el ministro Alberto Sileoni afirmaba que la idea representaba “revalorizar a la escuela pública y el diálogo maduro entre jóvenes y adultos”.

El proyecto argentino pretende que, para fines de 2011, todas las escuelas secundarias cuenten con canales de participación para los adolescentes. Pero, para despejar dudas sobre los roles de unos y otros, el jefe de la cartera nacional agregó que así como “la institución escolar debe ser gobernada por adultos” tampoco puede dejar de estar “muy atenta a lo que los chicos tienen para decir”. Entre las experiencias locales más representativas se puede citar el resurgimiento de los centros estudiantiles (alentado en la gestión de la ministra María Inés Pilatti Vergara) y las descollantes intervenciones de alumnos en congresos educativos, ferias de ciencias y consejos escolares.

Experiencia cercana

Hace tres días en Resistencia, en una experiencia similar en cuanto a los valores que se promueven, cerraba otro modelo de Naciones Unidas realizado íntegramente por chicos de colegios secundarios en la UNNE. Esta vez fue con la particularidad de replicar por primera vez en la provincia una edición del Foro Social Mundial (FSM). Para los organizadores, todos alumnos del Colegio San Roque, el objetivo fue ampliar los espacios de escucha, diálogo y debate para que esta vez sean las organizaciones no gubernamentales quienes generen alternativas a las crisis sociales, culturales, tecnológicas, ambientales y económicas.Conocida es la posición del FSM: anti imperialista, contraria a las políticas neoliberales que dominaron las políticas públicas hasta hace poco más de una década y firme defensora de propuestas que no afecten a los recursos naturales.

¿El resultado? Para los chicos consultados por esta página, en especial aquellos que estuvieron en más de una edición del simulacro de Naciones Unidas, la nueva versión disminuyó las posiciones antagónicas y ganó adeptos. “En ediciones anteriores había más confrontación y el tratamiento de los temas era más estructurado, ahora hay más acuerdo y mayores opciones”, dijo Carolina Vidal. La alumna de quinto año del colegio organizador fue más allá al considerar que el interés por participar en una réplica del Foro Social creció a partir de que la imagen de la ONU como institución decayó con ciertas determinaciones de público conocimiento.

Una de sus compañeras, Paula Tabeada, opinó que con las oenegés se abre la participación de más voces y consultada sobre el porqué participar en una experiencia semejante, la adolescente respondió: “Te ayuda a ver el mundo de otra manera”. En tanto que para Micaela Bazán -de la misma institución- “sirve para conocer a otras personas, para saber lo que ocurre en el país y en el mundo y como delegado de una nación se aprende a fundamentar una posición defendida por quienes lo gobiernan, aunque sobre algunos temas no estés del todo de acuerdo”, comentó.

Aprender a discutir

No está de más decir que en la recreación del funcionamiento de órganos tales como el Consejo de Seguridad o la Asamblea General, quienes más aprenden son los adultos.

Sin embargo aprender a debatir, independientemente de la estructura que lo proponga, es la clave del planteo.

Matías Pont ejerce el cargo de secretario general, es el Ban Ki-moon del recinto. Ayer el alumno de cuarto año del secundario remarcó el valor de realizar el primer simulacro del foro social, porque con la incorporación de la mirada de las oenegés muchos “cambiaron la forma de pensar” su realidad. “Antes estábamos más atados a ideologías defendidas por un país, ahora trabajamos todos juntos por llegar a un plan de acción”, dijo.

Para entender que, en efecto, algo cambió hubo más de 200 inscriptos para el Foro Social, aunque los chicos que participan en la organización recuerdan que cuando vieron que en las inscripciones la respuesta no era la esperada salieron a recorrer las escuelas para “reforzar la convocatoria”: “Vimos que había pocos inscriptos para presentar proyectos, entonces salimos a incentivar a los chicos a animarse”, agregó.

Prejuicios

Los participantes de este tipo de foros de debate, ¿son los más estudiosos o con mejores notas del curso?, preguntó esta página a algunos de los adolescentes en la UNNE el viernes. A continuación se reproducen tres de las respuestas más repetidas y representativas.

-“No, al contrario. Los que más saben son los que generalmente participan menos”.

-“La mayoría son chicos que se animan a hablar o no tienen problema para decir lo que piensan”.

-“No me considero estudiosa, hay que informarse y leer pero no es pesado si algo te interesa”.Los chicos deliberaron mañana y tarde durante tres días. En la primera jornada organizaron una muestra de trabajos realizados por oenegés a las que luego representaron en los debates y en el tiempo restante cuatro sesiones y la confección de pasacalles con mensajes finales los mantuvieron ocupados.

Recomendado

Para Tania Bonilla, de cuarto año del Colegio Itatí de Resistencia, su incursión en el simulacro fue una experiencia muy buena porque “ayuda a ampliar el vocabulario a relacionarse”, sintetizó.

Su compañera, Nadia Ferreyra dijo que buscaba conocer en qué consistía y se inscribió por recomendación de una amiga, “aunque fue muy distinto a lo que me contaron, se los recomiendo a otros chicos”, dijo sonriente.

Un logro interno para los organizadores fue que en la comisión de Salud y Medio Ambiente se pudiera pasar de un comienzo en el que nadie hablaba a un cierre con participación plena. “Nuestro objetivo es que los chicos se interesen por lo que pasa en el mundo y sepan expresarse, puedan escucharse y les quede algo de todo ese proceso”, resumió Matías Pont en el final de un entusiasta relato de su experiencia anterior como representante de un país: “Ser delegado es lo mejor, porque estás en la acción, se debate y es donde más se aprende”.

Fuente: D. Norte

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