Escuelas que enseñan a sumar, leer y producir

Claudia Araujo | Amar la tierra desde las aulas


Mientras en el país se celebra un 18% de incremento de estudiantes en escuelas agrotécnicas, en el Chaco dos modelos educativos forman a unos 2.500 chicos para sumar alternativas viables de producción en la región donde viven.


En la Argentina unos 88 mil estudiantes asisten a 470 escuelas con orientación agropecuaria, de ellas, 369 son de gestión estatal (71.000 alumnos) y 101 de gestión privada (con 17.000 cursantes).

Además de las escuelas secundarias, el sistema educativo agrario incluye otros 163 institutos terciarios y 182 de formación profesional.

De acuerdo con cifras de la cartera educativa nacional, la matrícula en el sector creció un 18% en el último año.
La tendencia fue en ascenso en los últimos cinco años y es atribuida a las asignaciones destinadas a los secundarios que alcanzan los 542 millones.

“Eso evidencia el lugar que se le quiere dar a la enseñanza técnica como política de Estado”, interpretó el ministro de Agricultura Julián Domínguez el mismo día que la presidenta abría las clases para todo el país desde una escuela de esa especialidad.

El funcionario nacional reparó que a partir de varias acciones se “acompaña y trata de vincular el sector con nuevos desafíos educativos, en una perspectiva donde formar jóvenes para el desafío que el mundo requiere”.

Mirada interna

En el Chaco a los 1.700 adolescentes que concurren a escuelas agrotécnicas se suman otros 800 que concurren a un modelo diferente: las escuelas de familia agrícola. Ambas los forman en busca de un modelo de producción innovador y con más alternativas al abandono del campo.

Las autoridades locales coinciden con sus pares nacionales a la hora de evaluar que la asignación de más recursos es determinante en la ‘nueva mirada al sector’.

Con recursos por 41 millones de pesos para Educación Técnica, la provincia está entre los cuatro distritos mejor posicionados en el país, después de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.

“El Chaco recibe una mirada especial del gobierno nacional”, sostiene el coordinador provincial del área dependiente de Educación Técnica, Rubén Finten.

Recursos disponibles

Los fondos nacionales se destinan a refacciones edilicias, en especial talleres didáctico-productivos, y a los contenidos a través de los denominados planes de mejora. Por distintas vías también se financian talleres de perfeccionamiento docente, prácticas profesionalizantes y especializaciones.

“Del compromiso institucional depende el acceso a todos los recursos disponibles”, añade Finten.
Además, como en el resto de las escuelas se entregan herramientas para trabajar en clase, y tanto estudiantes como docentes también reciben computadoras portátiles. Además se asignan becas para un cupo de chicos de los tres últimos años del colegio.

Los alumnos que viven lejos las escuelas agrotécnicas disponen de albergues -equipados por el Estado-, así pueden quedarse a dormir, generalmente de lunes a viernes. El servicio se extiende para quienes provienen de provincias vecinas, como Santa Fe, Corrientes, Formosa y Salta.

Las EEAs

Cada comunidad rural y agrícola de la provincia se caracteriza por tener un fuerte arraigo local, con un respaldo y compromiso diferente del de colegios con otros perfiles o simplemente más urbanizados.
Unos 1.700 alumnos concurren a siete escuelas agrotécnicas.

Son las EEA Nº 3 de Charata, 6 de El Sauzalito, 8 de General San Martín, 11 de Gancedo, 38 de San Bernardo, 40 de Quitilipi, y la UEP 40 de Coronel Du Graty.

“Los chicos aprenden lo mismo en cualquiera de ellas, sólo que cada una refuerza su localía, en función de las posibilidades reales y concretas de arraigo y desarrollo productivo”, repara el coordinador del área.

A partir de la homologación de títulos del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET) una vez que los egresados completan sus seis años de estudio, obtienen un título con validez nacional (ley 26.058).

Otra particularidad defendida por los agrotécnicos es que en esa especialidad se apunta a la explotación natural de los recursos disponibles y en sentar una formación con bases firmes para sus egresados.

Las EFAs

Las escuelas de familia agrícola nacen a partir de un modelo francés que promueve ante todo la educación de los chicos en estrecha relación con su comunidad. Un rasgo típico de las EFAs es el sistema de alternancia, propuesto para todo el año y consistente en un período de quince días de permanencia en la escuela seguido de otro similar en la casa donde se aplica lo aprendido.

En el Chaco son siete: UEP 66 de colonia Santa Elena, Presidencia de la Plaza; 67 de paraje Salto La Vieja, Colonia Elisa; 68 de paraje Cancha Larga, Las Palmas; 141 de colonia Buena Vista, General San Martín; 146 Ema Elizabeta Santia de Fernández, de paraje Tres Palmas, Machagai; 148, de paraje Lote 7, Colonias Unidas, y 151, de paraje Loma Alta, exedificio EGB 561, Basail.

Son secundarios con un plan de estudios de cinco años y trayectos técnicos equiparables a los conocimientos de una agrotécnica. En promedio cada una tiene un centenar de alumnos. Desde el punto de vista legal no son estatales sino de gestión privada. Pero con la nueva Ley de Educación, su perfil es más afín al de una institución de gestión social.

El Estado provincial subvenciona sueldos y perfeccionamiento para los docentes y otros servicios, como el de comedor o refrigerio. La Nación también les provee ayuda a través del Plan de Mejora para el Secundario y el Programa de Ayuda a las Escuelas Rurales. Como las demás escuelas del sistema, también reciben conjuntos escolares, equipamiento y libros.

Comprometidos

Los padres de los alumnos de las EFAs participan y se comprometen activamente con las decisiones de la escuela. Es más, sin ellos casi nada funcionaría porque deben gestionar desde la obtención de recursos hasta la disponibilidad de caminos en condiciones para que los chicos acudan a clases.

La mayoría de los establecimientos carece de edificio propio y se sustenta con los mismos emprend
imientos que encara.

Organizaciones rurales, estatales y privadas, los municipios, el Ministerio de la Producción y los consorcios camineros contribuyen a sostenerlas para mantener un sistema de cuota cero.

En ellas es característico el trabajo comunitario, “su experiencia es la antesala de los actuales consejos escolares, basta mirar cómo funcionan para comprender qué se entiende por compromiso comunitario”, opina el director de Gestión Privada, Juan Ramón Meza.

“Históricamente las EFAs asumieron cargar con el peso de la autogestión de sus necesidades y beneficios, la relación de las familias con las organizaciones de su comunidad las fortalecen”, agregó.

Hace unos 10 a 12 años comenzaron con una fuerte radicación a partir de la formación de docentes para la especialidad en Santa Fe. En la actualidad se agrupan en la Unión de Escuelas de Familia Agrícola del Chaco (Uefach) que a su vez integra la Asociación para la Promoción de la Escuela de Familia Agrícola (Apefa).

Cambios de raíz

En la experiencia de campo no se observan grandes sembradíos o talleres, sino pequeños emprendimientos y huertas domésticas o escolares.

Durante la vigencia de la Ley Federal y aún años después, el modelo de las EFAs de la provincia de Buenos Aires difería de la realidad chaqueña, así como de otras tantas provincias. Recién a partir de 2008 comienzan a revisarse algunos aspectos y se introducen modificaciones para compensar diferencias. Se adquiere equipamiento, capacitación y en los dos últimos años se evidencia un notorio mejoramiento. “Hubo escuelas que pudieron acceder a la compra de animales y hoy tenemos egresados con una certificación nacional, aún falta una mejor articulación para evitar que más chicos emigren del campo a las ciudades, pero el panorama es alentador”, sostiene Meza.

Para el funcionario provincial, hasta antes de la creación de los terceros ciclos rurales las EFAs eran la única posibilidad para que muchos adolescentes pudieran terminar el secundario; “hoy el espíritu de las escuelas de familia agrícola se mantiene vivo y tan vigente como entonces”, sostiene.

Aspectos que podrían ser menores, los alcanzan e identifican: desde la defensa de una concepción agroecológica hasta el ejercicio del deporte para integrarlos regionalmente, cada promoción renueva un mismo y renovado compromiso: quedarse en el terruño para mejorar la obra de sus padres; para sí, para sus hijos y para sus nietos.


Fuente: D. Norte

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