Efectos secundarios

Claudia Araujo

Dentro de una semana comenzarán las clases para el nivel primario y en 16 días, el secundario. Lo harán sin penas ni gloria, como noticia en segundo plano o tal vez no, quizá las noticias salgan de las acostumbradas pulseadas por ver quién tiene la razón: sindicatos o gobierno.

Imaginemos un comienzo de año escolar distinto, sin notas sobre una canasta de útiles alejada de las posibilidades del empleado estatal, policía o del que recibe un plan social. Uno sin declaraciones de uno y otro bando, sin referencias a que éste es un año electoral y que detrás de todos hay intencionalidades político-partidarias.

Pensemos en un inicio de clases donde aún quienes no tienen hijos en edad escolar ubican a la educación entre sus principales preocupaciones. Donde la inseguridad y la inflación van a la par, porque para todos, la continuidad de políticas firmes, constantes y permanentes son tan importantes como la marcha de la economía o las alianzas partidarias e independientes del partido gobernante.

Hagamos el esfuerzo por idear una sociedad donde cada sector busque hacer las cosas cada vez mejor. Desde el barrido de calles hasta la confección de un uniforme escolar. Donde formación, especialización y profesionalización sean parte de cada elección individual y no el cumplimiento de un mandato ajeno.

Sobre los edificios

En siete días comenzarán las clases. Será en muchos edificios que no están en las mejores condiciones para recibir a cientos de niños. Pero el equilibrio entre buena voluntad y resistencia garantizará que todo funcione más o menos bien.

Al margen de lo ocurrido en la primaria de Charata, se oyeron muchas críticas a las jornadas de trabajo voluntario en escuelas dedicadas a Néstor Kirchner. Las tildaron en resumidas expresiones de ser un “maquillaje a edificios por agrupaciones politizadas”. Sin embargo ya quisiéramos los chaqueños que críticos y adversarios aprovecharan la oportunidad de competir con ellos y dieran el ejemplo en el pintado de paredes, desmalezamiento de predios o en la reparación de bancos, por ejemplo.

No gratuito

Como todos los años, en diciembre también se reanudaron los reclamos de padres y madres que resistían a pagar la cuota de cooperadora. Tienen razón en un punto: Si la educación es pública, ¿entonces por qué deben abonar un monto para inscribir a sus hijos? Pues bien, la educación es gratuita sólo en parte.

Cuanto más crece, un chico siente vergüenza de sus limitaciones y falencias. De ir a la escuela en ojotas, por ejemplo, entonces prefiere abandonar los estudios.

Un alumno con dificultades para aprender pero con una familia sin recursos para solventar una ayuda particular también está al borde de la deserción. El que vive lejos no tiene transporte o se le torna imposible cuando llueve, está en gran desventaja.

El Estado hizo mucho en los últimos años para complementar acciones allí donde hace falta. Entre algunas de las acciones más concretas distribuyó bicicletas a los chicos que vivían más lejos del colegio, les dio becas y útiles, alienta la práctica de deportes y otras disciplinas e incentivos. Todo para evitar que dejen de estudiar.

Sin embargo los esfuerzos y las obligaciones no le pertenecen únicamente a los que gobiernan. También la comunidad debe acompañar con gestos y hechos. Y el descrédito de los que hacen no es el mejor ejemplo.

Fuente: D. Norte

Comentarios



Lo más leído de la semana

Entrevista a Eduardo Mijno: Resultados de encuesta, liquidación de haberes, licencias médicas e incentivo. Audio.

Vouchers educativos: conocé cómo acceder al programa nacional

Arranca el cronograma de pagos en la administración pública provincial

FEDERACIÓN SITECH SE REUNIÓ CON DIPUTADOS Y SENADORES NACIONALES POR EL FONID

Extienden el horario de atención en la Dirección de Títulos y Equivalencias