La formación previa del docente

Antes del comienzo de todo ciclo lectivo y durante éste, es necesario planificar mínimamente de qué manera se logrará que los educadores continúen una línea de actualización conforme a las demandas del alumnado, de modo de responder a los cambios, tanto institucionales, como sociales.

Se utiliza la expresión “formación inicial” al grupo de actividades que forman parte de la concientización por parte del docente de lo que va a enfrentar en el aula, cuya mayor dificultad consiste en los grupos heterogéneos que en estos últimos años se acrecientan en las escuelas. No es tarea fácil tomar las riendas de un grupo que responde a intereses divergentes y que pertenecen a clases sociales, a veces, muy opuestas. El docente debe, entonces, prepararse para lograr un equilibrio ecuánime y adoptar actitudes imparciales de modo de poder crear un clima armónico y enseñar de qué se trata el compañerismo entre sus alumnos.
La formación del docente, en este sentido, se lleva a cabo en dos fases, mediante programas innovadores:
- La formación inicial, que habría de comenzar al final del ciclo lectivo como un adiestramiento para el próximo, basado en las experiencias actuales.
- La formación continuada, que se desarrolla durante todo el ciclo lectivo, a través de reuniones periódicas de manera de ir resolviendo adecuadamente cualquier problema que pudiere surgir.
Ambas son fundamentales. Arengan a los docentes a seguir ofreciendo estímulos a los niños y motivan un proceso que pareciera extenso, pero que con tal formación desembaraza los nudos y los ruidos comunicativos.
Resulta fundamental para la planificación de esta propuesta como un proyecto de innovación educativa institucional el diseño sistemático y el perfeccionamiento del profesorado, como la punta de la madeja del sistema educativo en funcionamiento. Los formadores de formadores desempeñan un papel primordial en el establecimiento de estructuras que luego los alumnos deberán manejar en sus aulas. Por eso, hay que tener en cuenta el apoyo de estas instituciones para el diseño del proyecto; es decir, su organización ha de ser inter-institucional y recíproca: una conmutación de experiencia y teoría. Las actividades de formación de los docentes permiten que éstos sean capaces de definir los problemas típicos y diferenciar los atípicos y favorezcan la búsqueda del proceso para resolverlos. Evita la indiferencia y promueve el contacto con el alumno de modo de insertarlo los más rápidamente posible dentro de la heterogeneidad del grupo.

Para hacer esto más claro….
Para hacer más fácil la diagramación de este proyecto, se recomienda que la innovación se realice en forma gradual, así se puede ir agregando componentes según las necesidades que pudieran ir surgiendo. Uno de los obstáculos más frecuentes es un currículo muy complejo, por eso se prefiere ir por partes en forma de secuencias jerárquicas.
Para el docente que está en actividad, resulta un poco engorroso el cumplimiento de las tareas tal como se han planificado, por este motivo se sugiere llevarlo a cabo en la instancia inicial, en épocas en que el educador dispone de más tiempo o cuando la carga horaria por exámenes, etc. Se lo permita.
La diferencia entre ambos tipos de formación (inicial y continuada) es de lo que llamamos contenidos conceptuales y procedimentales en la adquisición de habilidades cognoscitivas, es decir, la primera trata de llegar a “saber qué” y la segunda de obtener el “saber cómo”.
Durante la etapa de profundización se aprende cómo alcanzar estos componentes en el aula. Esta etapa se divide en dos subetapas diferenciadas: según los roles del personal y formación individualizada.
1- La formación, según los roles, pone énfasis en lo que un docente necesita saber para ser capaz de actuar.
2- La formación individualizada se basa en las diferencias de las necesidades de acuerdo con ciertas especificidades de cada educador.
Los docentes a cargo de alumnos llevan la principal responsabilidad porque necesitan una formación en profundidad en todos los factores del proceso educativo, dentro de la diversidad que presentan los grupos: la evaluación psicopedagógica, propuestas de tares, disposición de mobiliario, uso correcto del mismo, empleo de los elementos didácticos, aprovechamiento de los objetivos y actividades preparados para cada clase, entre otros. Por otro lado, es imprescindible la exposición, debate y consenso sobre la aplicación de técnicas de acuerdo con las áreas de contenidos disciplinares. Aunque no se diferencian demasiado estas técnicas o métodos de enseñanza entre los docentes, resulta muy enriquecedor el descubrimiento de nuevas posibilidades. Para esto, el educador debe estar abierto a novedosas propuestas, no sólo recibirlas, también ofrecerlas como alternativas firmes de cambio. El apoyo administrativo es un ingrediente importante en la realización de esta propuesta. El proyecto de formación debe incluir también a directivos, a secretarios administrativos y todo aquel personal que tenga contacto con el alumno. Si bien, ellos no deberán aprender técnicas de enseñanza o similar, sí deberán estar al tanto de cómo resolver situaciones problemáticas que se presentan como consecuencias de la gran diversidad de alumnos, sólo así el funcionamiento de la escuela mostrará una coherencia que se reflejará en el rendimiento del alumno.

Fuente: Nuevo Diario

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